Atracción
- Etérea D.
- 6 feb 2018
- 1 Min. de lectura
Te escribo desconociéndote, pero sabiéndome en este impulso sabio de atracción sublime, inocente, imperceptible a vista de tus ojos.
Me apetece jugar a un escondite intelectual para hacer de este juego algo intenso y poder gritar algo más que un “por mí” cuando llegue a casa.
Imaginar a otro teniendo el poder de visualizar en mi piel la tinta transparente de mis palabras y pudiendo acariciar los trazos con lápiz nunca ha sido casual en mis casualidades.
Puede que seas causal, porque llevo días imaginándote como algo que no solo se imagina. Estás en mi cabeza y probablemente ni lo sueñes, ni lo pienses, ni lo concibas.
Pero podemos conocernos. Eres parte de mi intuición. Y probablemente tú me intuyas a mí de la manera equivocada.
A ti, que probablemente me dejes flotar en la indiferencia de lo leído:
Ojalá coincidamos en alguna hora cercana.
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