Luz cinérea
- Etérea D.
- 31 ago 2017
- 2 Min. de lectura
A veces los días tan solo son una sucesión de ácaros que cantan historias de nanas perdidas en cunas de galio.
Algunos los sobrevolamos echando raíces de hormigón sobre las nubes para dejarnos caer en las terminaciones nerviosas de un cuerpo que desconocemos.
Cosemos razones que nacen de flores de verso y polen, alimentamos al corazón con la espera.
Vistiéndonos de acero, de gala en óxido y regala oxígeno, como si le sobrase, y liberase la esencia de la luz con la mano.
Otras veces luciérnagas se bailan al son de tus noches celebrando el ritmo de tu cuerpo, y absorbes la luz que te brilla en cascada desde los ojos que usas de cascanueces.
La música se lleva por delante las azucenas y bautiza los pétalos con tu nombre, mintiendo al desengaño y haciéndote rehén del invierno. Fustigando la carencia por medio de la necesidad.
Han venido cenizas a abrazarme y me he incendiado en un exceso consumido, he gritado que quería ser vida y brindar por polillas que arrancan recuerdos, y me he contemplado con alas, por un momento la reverencia del viento quiso reflejarme Fénix y yo he querido creerlo.
Y volar alto, lanzando besos a la sombra que extraño por su despedida sinuosa. Brindarme en una copa y no derramarme en el suelo. O al menos hacerme secreto.
Del alma en anticuario y de reliquias que se venden, la demanda de tu boca por la mía y la negativa a mi corazón que no tiene mucho que contarte. Una caja llena de inocencia disfrazada de metáforas y de sutilidad y encanto.
Vino, escarcha y sensualidad en los brazos, corona de espinas y lágrimas de luna de cuarzo.
Dos ojos que saben que mienten y cuarto menguante que me hace pequeña. Sólo me tengo a mí. Y siempre me ofrezco.
Voy a cantarnos hasta cerrar los ojos y verme, báilame y te bailo una fantasía. Dame coraje, pero no me desveles. Hazme misterio de la propia poesía.
Quiéreme en silencio, ruégale al ruido que te deje leerme y después grita para que suenen las rosas. Vente en futuro imperfecto de todas las cosas.
La vida hoy nos da tregua, miéntele y ríele las cosquillas.
Apréndeme en luz cinérea. Seré polvo de todo el resto de los días.
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